Manolo García solo pide cocinar – RollingStone

Se queja del sistema pero, después de 35 años de carrera, sigue grabando y disfrutando de cantar. A conciencia: el cantante ve el futuro como una lucha.

Hacía siglos que Manolo García (Barcelona, 1955) no grababa un álbum por la vía rápida: ensayos previos, luz roja y todos los músicos tocando juntos, sin pinchazos ni excesiva posproducción. Su sexto álbum en solitario desde 1998, Todo es ahora, le ha permitido reencontrarse con dicho método.

Abogas por una vida más sencilla, aunque vives en Barcelona. ¿Por qué no tirarse al barro y dejar la ciudad?
Estoy demasiado enfangado con el barro de la música. Me sigue interesando la música, aunque este sistema no me guste. He estado 15 días en Manhattan [Nueva York] grabando este disco; a la calle he podido salir sólo tres pero tampoco es que viera a la gente demasiado feliz. No hacemos nuestra comida, dejamos que la hagan por nosotros y que, de paso, nos envenenen con la comida industrial. Putean a las personas que quieren hacer su propia comida, poniendo mil trabas. Toda la política occidental está diseñada, para eso: puedes hacer puertas o lámparas, pero no tu comida, que ya nos encargamos nosotros. Quizá sea un poco pueril esto que digo, pero yo lo veo así.

¿Qué papel pueden jugar tus nuevas canciones en semejante contexto?
La cultura es necesaria, es una fuente bondadosa de sensaciones discurso. El arte tiene una fuerza emocional muy grande; y la vida es emoción. El punto de unión es absoluto. Mis canciones, como las de cualquiera, sirven para abrirte a un mundo real, a la emoción de los sentidos. Esa es la vida real. Y es sencilla: comer, descansar, tener cobijo, respirar en un planeta limpio. El mundo neoliberal nos empuja a la voracidad en un planeta finito. Mi abuela vivió 97 años, no salió del pueblo hasta el final de su vida; la recuerdo feliz, sin malhumor ni crispación. Soy seguidor de [el escritor William] Faulkner, me tira para atrás el progreso. Claro que voy en coche o en el AVE, pero creo que puede haber un punto intermedio.

En ‘Es mejor sentir’ reconoces que has tenido que parar a revisar motivaciones y renovar votos antes de seguir adelante.
Sí, lo hago siempre que termino gira. Paro una temporada y me pongo a sopesar qué me ha gustado más y qué menos.

¿Lidias mucho con la insatisfacción?
No, son leves golpes de timón, muy naturales. Siempre busco el lado bueno de la vida, como cualquiera. No soy faquir, busco el lado confortable y tengo mi hueco en el mundo de la música, en el que siempre estoy bien, porque cada vez me gusta más. Esas revisiones a las que me refiero nunca son dramáticas. Es importante luchar por tener una vida plácida; peleando, porque esta no es gratis para nadie. Y si las cosas no te salen, pues es lícito cambiar el rumbo.

En tu anterior álbum agradecías a «aquellos que piensan que sí podremos, pero que ha de ser pronto».
Me refería al asunto medioambiental. Sí se puede, pero hay que empezar ya. Ahora el «sí se puede» tiene todavía muchas más connotaciones. La fuerza está en la sociedad civil. Y, siempre, pacíficamente. No hablaré de lo que pasa aquí solamente, porque todo está globalizado y repercute. Estamos viviendo un momento histórico muy importante. Hay que tornar otro rumbo y es ahora. No basta con votar cada cuatro años. A los políticos no se les puede dejar solos, hay que marcarles además de votarles. El único político que me gusta es [José] Mujica, el presidente de Uruguay.

Los políticos no te gustan. Igual un movimiento como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, sí.
Pues sí, eso me tira más. Cualquier tipo de idea relacionada con la justicia social me interesa. El gobierno actual es nefasto, dando vida a la banca y las clases altas. Por ahí no derivaré nunca: soy hijo de una familia humilde; sería un traidor y un malnacido si cambio de lado.

Fuente: RollinStone Por César Luqero Foto Luis Rubio

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