Manolo García: «Jamás haré un disco para comprarme un coche nuevo»

El músico presenta «Todo es ahora», un canto a esa libertad plena que supone no perder el norte de lo que somos.

Lleva en los escenarios desde hace 30 años y sus canciones siguen sonando en las principales salas de música pop del país. Manolo García (Barcelona, 1955) es un clásico y una leyenda. Amante de la pintura y de la literatura española, este compositor conquistó a todos con grandes letras como «Pájaros de barro» o «Insurrección». La música es su vida y no se ve haciendo otra cosa. Por eso acaba de sacar su nuevo disco «Todo es ahora», con el que pretende que la gente siga disfrutando con sus canciones.

-Empezó a dibujar a los 7 años y a cantar a los 13. ¿Qué le ha aportado la pintura para la música y viceversa?

-Las dos disciplinas son algo que te da plenitud y te desacelera. Para mi las dos cosas se complementan porque llevan a una tranquilidad de espíritu que le da sentido a la vida.

-¿Cuáles han sido tus principales influencias?

-Yo estudié diseño gráfico y la historia del arte me encantaba y el Impresionismo me cautivó porque fue un tiempo de apertura donde los artistas (principalmente los franceses) fueron más libres y dejaron de ser pintores de cámara para salir al campo a pintar. Se volvieron más hippies. Ese movimiento me gusta mucho porque descubrieron algo tan necesario como es la libertad. La verdad es que con la música me ha influido todo. De pequeño escuché a Antonio Molina, Los Brincos, Los Bravos.. Hasta que llegó la música anglosajona y me impactó mucho. La música va llegando y cuando tienes 14 años estás tan metido que piensas: «De esta ya no me escapo».

-Ha sido uno de los pocos artistas que triunfa en solitario después de estar en una banda. ¿Dónde está el secreto?

-La vehemencia, la intención, quiero creer que las canciones… y la sinceridad. No hay ninguna impostura. Yo de niño decidí que quería ser músico y sigo queriendo ser músico y eso la gente lo nota. No quiero que me vea nadie, tampoco quiero ser famoso, y eso la gente lo respeta y a mi me gusta porque me tratan como a un músico no como a un famoso. Yo no hago discos porque necesite comprarme un coche nuevo, jamás se me ocurriría. Hay que tener un norte y no perderlo y yo si algo he hecho bien ha sido eso.

-Y tampoco ha dado pie a que se hable de usted de otra forma que no sea como músico.

-Estoy completamente de acuerdo. De hecho, en las portadas de mis discos yo nunca salgo y lo hago adrede, es una declaración de principios. Porque lo importante no soy yo, son las canciones y si a la gente le gustan tienen un tesoro que es mío y yo se lo cedo. Yo voy a una tienda y compro un disco de David Bowie y pienso en el regalo que me ha hecho por 14 euros y soy feliz para toda mi vida. Eso es lo que pretendo y creo que la gente lo ha captado. Mi vida personal da igual, soy un ciudadano como todos y no tengo la conciencia de ser alguien importante.

-Siempre dice que lleva dos libros en la mochila

-O tres. (Risas)

-¿Qué libros están en este disco?

-Buf, muchísimos! «Absalon, absalon» de William Faulkner, alguno de Javier Cercas, «El Aleph» de José Luis Borges que me lo volví a leer mientras grabé el disco.. Soy muy lector. Cuando hacía giras con «El último de la fila», en mayo nos metíamos en un autobús y dábamos la vuelta a España durante cuatro meses. Cuando nos montábamos en el autobús en Bilbao y me decían que nos íbamos a Sevilla yo pensaba que era estupendo porque tenía doce horas para leer sin que me molestase nadie. Había semanas que llevaba cinco mudas y ocho libros, por si acaso había un atasco de cinco horas o teníamos que estar en un aeropuerto tres días metidos. Era una fijación mía.

-¿Está el verso de Antonio Machado «Toda la vida es ahora»?

-Yo he titulado el disco «Todo es ahora» porque es un pensamiento mío. Yo disfruto haciendo las cosas. Machado es un poeta universal, como Cernuda o Gil de Biedma, a mí la poesía me gusta mucho. Para un músico es importante la literatura porque te da una visión muy amplia, sobre todo si eres compositor de canciones.

-Su compañero de «El último de la fila», Quimi Portet, ha compuesto todos sus discos en solitario en catalán. ¿Se siente cómodo en Barcelona trabajando en español?

-He nacido y vivo en Barcelona, he cantado en catalán en alguna ocasión por cariño y respeto, pero yo me siento más cómodo cantando en español porque es mi lengua materna. Jamás me he sentido agredido y nunca nadie me ha sugerido que cante en catalán. En alguna canción de “El último de la fila” he cantado algo en catalán para hacer un guiño de cariño hacia mi ciudad.

-Usted nació en Barcelona, pero su familia es de Albacete. ¿Qué opina de todos los inmigrantes de primera generación que apoyan el independentismo?

-Yo respeto a todo el mundo, incluso a gente que no me respeta. A veces respeto a algún político que no me/nos respeta. A mi me gusta la gente de a pie. Yo pertenezco por nacimiento a una clase social que se sitúa en la base la pirámide y sigo simpatizando con ella. Lo que la ciudadanía piensa y dice me merece respeto. Al político le escucho con otras orejas ya sea catalán, madrileño o gallego. En los últimos tiempos nos hemos llevado muchos chascos de todos los colores y soy una persona muy escéptica en cuanto a la política. Tengo mi pequeña cultura y se como funciona el mundo, por eso voy a respetar que haya gente en Cataluña que crea en un gobierno independiente. Lo que sí que creo es que el Gobierno actual debería respetar también a esas personas y escuchar a todo el mundo. Hubiera sido un detalle muy bonito y cálido coger un avión e ir a Barcelona. Pero no ahora, si no cuando empezó el pastel. Muchos lo habríamos interpretado como un abrazo como un «venga vamos a hablar, no nos enfademos. Lo que tu quieres y yo quiero no es lo mismo, pero tenemos que encontrar una salida».

-¿Qué opina de la situación de los músicos que empiezan ahora?

-Es complicado y tienen que luchar mucho. Al músico bueno le diría que está muy difícil pero que tiene la emoción de la música, y si quiere conseguirlo tendrá que trabajar más que antes. Hace unos años todo el mundo quería ser futbolista y modelo, ahora todo el mundo quiere ser cantante. Y ese impulso viene dado, en parte, por los programas de cazatalentos, que a mi personalmente no me gustan porque se juzga a la gente. Estos programas han proliferado y los músicos hemos observado que cada vez más hay gente joven que toca mejor y canta perfecto.

-¿Y la composición?

No hay tanta. Hay mucha copia y refrito. Hay menos gente que aporte algo novedoso. Lo importante es que el músico se forme y ame el oficio. Hay que tener alma para hacer esto y ser crítico. Yo estuve diez años como batería y un día me levanté y pensé que yo como batería no era gran cosa. Ahí me di cuenta que se me podría dar mejor cantar y componer.

-¿Sigue dando las gracias a la divina providencia por componer con tres acordes?

(Risas). Hombre, no estoy orgulloso por componer con tres acordes y siempre intento aprender más. Pero con eso lo que quiero decir es que mi música es muy sencilla. Los que hacemos pop y rock tocamos con cuatro fórmulas.

-¿Qué se siente cuando a día de hoy se cierran muchas verbenas con «Insurrección» o «Pájaros de barro»?

-(Risas). Estoy orgulloso. Si las canciones que he hecho en solitario o junto a Quimi Portet gustan a la gente y las bandas las tocan estoy encantado. Me cae una carga de tiempo, de pensar que llevo muchos años. Pero me gusta porque de la misma manera que yo cuando empezaba tocaba «La chica de ayer» de Nacha Pop y me emocionaba, esto es como un relevo en el que aprendemos unos de otros. Me gusta mucho escuchar mis canciones en boca de grupos jóvenes porque pienso que puedo aportarles algo.

-Si porque Iván Ferreiro canta «Insurrección» en algún concierto.

-Si, y yo orgulloso y encantado. Hubo un pequeño disturbio cuando yo hablé de una canción mía que cantaron en Operación Triunfo y aclaré las cosas. Ahí puntualmente fue porque era un programa que no me gustaba, siempre respeté a los chicos que estaban participando, pero mi crítica era más hacia una televisión estatal que emitía un programa donde había un negocio un poco turbio. Porque Serrat sacaba un disco y en el telediario de las tres no se decía nada. Sin embargo durante todo el día hablaban de artistas de Operación Triunfo que sacaban discos. Cuando pasó a una cadena privada yo ya no dije nada y lo respeté.

-¿Se siente usted identificado con la música «indie»?

-Hay grupos indies que a mí me gustan, como Love of lesbian. Yo creo que son clasificaciones según las necesidades de la industria. Pero hay grupos muy buenos que necesitan un empujón y no creo que haya que ponerles esa etiqueta. Por eso a nivel general yo quitaría esa clasificación, porque lo importante es el disco y que se haya vendido más o menos copias da igual.

-¿Cuando compone trabaja solo o se apoya en los músicos de su banda?

-Trabajo solo. Lo único que no toco es el bajo. Pero el resto de pistas las hago yo con la letra, la melodía, los acordes… Una vez tengo ese proceso y elijo doce canciones me voy al estudio y trabajo con los músicos.

-¿Crea por necesidad o es algo que le sale innato?

-Creo porque busco plenitud de vida, es algo innato. Me ha gustado la música desde pequeño y para mí la vida sin música no tendría sentido. A mí estar en el Palacio de los Deportes y ver a 14.000 personas que están ahí para cantar tus canciones es una gran aventura. Ya que no tengo ningún virreinato en las antípodas al que acudir hago canciones y es mi plenitud. Yo se perfectamente lo que sentía Antonio Vega cuando compuso «La chica de ayer», ese hecho de cantarle algo a alguien y ver cómo le cambia la cara a alguien es maravilloso. La música nos hace libres, y en la sociedad actual no somos nada libres.

Fuente: ABC – ENLACE