Manolo García «En los últimos años los músicos hemos abusado de los ordenadores»

Manolo García (Barcelona, 1955) vuelve a la actualidad musical con un nuevo disco bajo el brazo, Todo es ahora, el séptimo desde que emprendió un exitoso viaje en solitario con la disolución de El último de la fila como casilla de salida. A día de hoy lleva ya 35 años apelando con sus canciones a los sentidos de su público pero, por su energía inquebrantable, podría pensarse que nos encontramos ante un novato. Fruto de esta vitalidad que derrocha, Todo es ahora (Sony Music), destila el sonido más rockero que se le recuerda. No en vano, el disco ha sido grabado en Nueva York con músicos habituales de David Bowie, Lenni Kravitz o Patti Smith. Manolo García atiende a El Cultural para hablar de todo lo que le preocupa y de lo que le inspira en estos tiempo oscuros.

Pregunta.- Es mejor sentir, primer single de Todo es ahora, tuvo una gran recepción en el momento de su estreno ocupando la primera posición en iTunes. ¿Cómo sienta que el público responda de esa manera ante un proyecto nuevo?
Respuesta.- No voy a engañar a nadie, sienta de maravilla porque una persona que realiza una tarea creativa busca ese resultado, que su trabajo le guste a la gente. Si esta canción funciona, y si el disco también lo hace, voy a poder seguir creando y haciendo conciertos… El músico tiene un trabajo vocacional y, por tanto, necesita siempre estar trabajando. Lo que has hecho, ya seas músico, escritor o pintor, ahí queda pero siempre está presente la necesidad de volver a emocionar al público.

P.- Todo es ahora, Es mejor sentir, Exprimir la vida… Ya solo por el título de las canciones podemos entender que el nuevo disco tiene un mensaje muy positivo. ¿De dónde surge esta actitud?
R.- El enemigo es poderoso y trabaja bien. Es muy dura la sensación de opresión que sentimos todos en este tiempo de paro, crisis, guerra, corrupción… Los pasos que se dan en alta economía están siendo nefastos y si miramos el lado medioambiental ya es para echarse a temblar… De hecho, hay estudios que muestran como el consumo de ansiolíticos se ha disparado. Pero la gente necesita un poco de cuartelillo, no podemos machacarnos todo el díacon estas cosas. El problema es que el sistema social y económico nos pone contra las cuerdas. El de abajo ahora no solo está contra el de arriba, también está contra el de al lado y el de más abajo. Estamos todos contra todos por una cuestión de supervivencia material y anímica.

P.- Sin embargo, el disco tiene la pretensión de ser positivo…
R.- Intento que las personas que escuchan mis canciones tengan una sensación de luz y no de sombra. Intento que, en mi pequeño territorio de músico, la gente pueda respirar. También lo hacen, por ejemplo, en las pequeñas charlas de café donde se dicen cosas muy sensatas… Pero llevar estas ideas a la práctica es muy difícil. Los políticos solo se preocupan de los votos y no arreglan nada. Al final hago mis canciones con la pretensión de arreglarme el día a mí mismo con mi guitarra.

P.- Un buen número de grupos y artistas (Amaral, Vetusta Morla…) han optado por introducir un contenido reivindicativo en sus letras como muestra del desencanto con la situación que atraviesa el país. ¿No le dan ganas, viendo como esta el patio, de desahogarse también en sus canciones?
R.- En una de las canciones del nuevo disco digo que no me siento bien siendo “un títere de unas mentes gélidas que habitan en páramos yermos”. Los que manejan la gran tribu nos conducen en una dirección muy dolorosa para mucha gente. Tenemos que encontrar un espacio en el que todo el mundo pueda vivir dignamente, no solo unos pocos. Es así de sencillo. Además esos privilegiados tampoco viven tan bien porque son esclavos de su propia condición.

P.- Ha grabado sus discos en Brasil, en Grecia, en California, ahora en Nueva York… ¿Se considera un viajero?
R.- La vida es un viaje a ninguna parte que tenemos que disfrutar haciéndoselo agradable a aquellos que nos rodean. Después, la vida nómada es importante porque abre la mente, potencia la energía y las ganas de vivir. El viaje además no tiene por que ser caro, se puede realizar en tu comunidad, en tu barrio o en tu ciudad. Hay mil amigos con los que tomar una cerveza, pasear, visitar museos, ver películas… El cantante, el compositor, el músico o el escritor no necesariamente hablan de su propia vida. Yo, por ejemplo, reflejo lo que percibo, lo que me llega a pie de calle. Por eso hay que ir siempre con los ojos abiertos, la mente despierta y el corazón generoso.

P.- Ha grabado su disco en The Clubhouse Studio, en Rhinebeck (Nueva York), con músicos habituales de David Bowie, Lenni Kravitz o Patti Smiths. ¿Cómo surgió esta colaboración?
R- Disfruto oyendo la música de los artistas que admiro como David Bowie o Patti Smith. De Bowie lo he oído todo, hasta lo pirata. Muchas veces, mientras escucho una canción, me fijo en una guitarra, en un ritmo, en la batería… Cuando tenía claro con quien quería colaborar elaboré mi particular carta a los reyes magos y me concedieron todos los regalos. Al final es todo muy normal. Me puse en contacto con ellos, les expliqué un poco el proyecto y me dijeron que sí. Supongo que alguno miraría antes mi trabajo en internet pero no suelen poner problemas porque enseguida se dan cuenta de que tengo un discurso y, además, el rock y el pop son un lenguaje universal. A ellos no les importa que cantes en inglés en chino, en catalán o en euskera.

P.- ¿Cómo fue el proceso de grabación del disco?
R.- Quería un sonido cañero: guitarras eléctricas contundentes, bajo y batería y después pocos teclados.

P.- ¿Por qué ha optado por grabarlo con la banda en directo?
R.- Porque es como debería hacerse siempre. En los últimos tiempos los músicos, y me incluyo a mí mismo, hemos abusado de los ordenadores. Haces mil disparates. Pero la mejor manera de grabar, la que da más posibilidades de disfrute, es con todo la banda, compartiendo la emoción de la canción. Así lo hicimos en Los rápidos, en Los burros y también algunas veces en El último de la fila. En Grecia o en Brasil grabamos más por pistas pero en Nueva York quería notar como la canción iba cobrando vida en el estudio.

P.- ¿Le ha dado tiempo de disfrutar de Nueva York?
R.- Nueva York solo me interesa por los museos de arte. La vida social de la ciudad ni la conozco ni creo tener cabida en ella. Además el mundo de la gran urbe como tal no me interesa. Yo vivo mejor en Tarragona, está todo más a mano. No he ido a Nueva York por una cuestión snobista. Hubiese preferido que los músicos vinieran aquí. Pero si la montaña no va a Mahoma, Mahoma tiene que ir a la montaña.

P.- ¿Qué opina del momento que atraviesa la industria musical?
R- Estamos con el agua al cuello. Las compañías y los músicos realizan una tarea muy loable pero nos han dado donde más duele. Es una injusticia porque el cine, el teatro, la literatura y la música aportan mucha emoción y vida a la sociedad. El 21 % es un abuso y una desmesura, sobre todo si lo comparamos con otros países donde tienen un 8 % o un 9 %. Pero tenemos que seguir haciendo música contra viento y marea porque nos hace falta a todos.

P.- ¿Cuál es su postura acerca de la situación en Cataluña?
R.- Me gustaría que hubiera estados que realmente trabajaran para que las personas tuvieran una vida digna. Y luego por el cambio climático. Si algún estado me dijera que va a luchar a muerte para paliar el cambio climático, me apuntaba enseguida ya sea Andorra, Cataluña… Me da igual. Lo que me proponen los estados, los que quieren serlo y los que ya lo son, me decepcionan mucho. Entiendo que haya una sociedad civil que tenga un vínculo especial con un territorio pero cuando ese sentimiento empieza a ser manipulado por los políticos me empieza a dar miedo.

 
Fuente: El Cultural – ENLACE