Manolo García y la filosofía minúscula. La Razón.

El músico publica nuevo disco, «Todo es ahora».

Con el paso del tiempo, «uno se da cuenta de que no hay más cera de la que arde». Así empieza la conversación con Manolo García (Barcelona, 1955), sobre su nuevo trabajo: con sabiduría popular. «Estoy solo en mi estudio, escribo, trabajo en mi mesa o con la guitarra y todo lo que tengo son las canciones. Si no las disfruto, es un tiempo que se desaprovecha y que no volverá. Hay que agarrarlo», dice sobre el proceso de escritura de «Todo es ahora», un disco con aroma de «carpe diem» que ha llegado esta semana al número uno de la lista de iTunes. El trabajo tiene el habitual tono introspectivo de las composiciones de García. «Bueno, creo que mis canciones son fábulas y que en ellas hay también algo de reivindicación de mi modo de vida, pero sin dar lecciones a nadie, ¿eh? Aunque sí me gusta alardear de mis peque ños hallazgos, incluir en un tema alguna lección de fi losofía minúscula», comenta. «Porque cuando digo que lo importante es el ahora es porque lo practico, no hablo por hablar. Vivo en una gran ciudad y yo las detesto. Todas, me da igual que hablemos de Manhattan. Para paliar mi ‘‘disconfort’’, me fabrico mi espacio con mis hábitos cotidianos, porque cuando me empujan hacia algo, huyo. ¿Que está de moda enviarse mensajes por Whatsapp? Pues muy bien, a mi me gusta jugar al dominó una tarde entera. Pero si a la gente eso le da plenitud, yo lo respeto».

La rutina de otro disco, otra gira

Pero que nadie piense que quien fuera líder de El Último de la Fila junto a Quimi Portet se ha acomodado y vive de las ren tas: una buena fi losofía de vida no est reñida con el desafío. Como en sus últimos trabajos, García ha elegido un lugar del mundo para trabajar y grabar allí con músicos locales que son para él perfectos desconocidos. Ya probó suerte en Brasil y en Grecia, y en el anterior trabajo en California. Ahora, su expedición le lleva a la costa Este de EE UU, a Rhinebeck, cerca de Woodstock y Nueva York. Pero al músico de Barcelona le da igual dónde sea. «El estudio y la ciudad son lo de menos. Lo importane era trabajar con músicos que te desafíen. Ése es el reto que yo me impongo, lo demás es adormecerse en la rutina de otro disco, g Yo no soy deportista ni escalador; ni corro maratones ni subo al Everest. Mi afi ción es el riesgo musical, y eso lo encuentras batiéndote en duelo con grandes músicos. En Brasil y Grecia, es verdad, fui a voleo, sin conocer a nadie. En este caso tampoco, pero les he escuchado tocar en cientos de discos que me encantan, así que es como si les conociera». Hay quien podría pensar que se está muy a gusto en casa, con tu banda de siempre. «Eso no me interesa. La emoción hay que buscarla y provocarla. Si el público me exigiese siempre canciones parecidas, ese día lo dejo. Que busquen una banda tributo y que salga a tocarlas. Es un pecado aburrirse en la vida», dice con el entusiamo de un veinteañero. El álbum, editado en formato de doble CD, incluye maquetas, fotografías del propio autor y una cará- tula diseñada por él «que es un disparate». Todo como una celebración de la vida, que es por lo que empezó a hacer música: «Subir a un escenario es sentirse libre y poderoso. Pero es un poder benefi cioso para todos», dice el pequeño ácrata que lleva dentro. «Le das alegrías a los demás. Porque yo, si voy a ver a Dylan o a Love of Lesbian, me lo paso en grande y siento la plenitud de la vida. Lo que quiero es vivir un ahora pleno. Bueno, una suma de ahoras plenos», recalca.

Libertad creativa: García pinta cuadros desde hace mucho. «De un lado me siento más libre, nadie me exige resultados. Pero con la música también, no creas: componiendo me olvido de que soy músico y te prometo que soy feliz. Puedo escribir sobre David Bowie o un pastor de Cuenca. El problema es cuando me sitúo en la casilla de salida, vamos, estos días»

Fuente: La Razón – ENLACE – Ulises Fuente