Manolo García, cantante. Interviu 4/8/2008

Fue ‘rápido’, fue ‘burro’, fue ‘el último de la fila’ y al final ha terminado siendo él mismo. Manolo García está de gira con su cuarto disco, ‘Saldremos a la lluvia’, metáfora de sus ganas de mojarse ante “tanta mentira, tanto fingir y tanto desastre”, como dice la canción que da título a su nuevo álbum.

— Ha sacado ‘Saldremos a la lluvia’ y ha llovido a mares ¿Era parte de la promoción?

—Claro, era una campaña orquestada y técnicamente muy bien hecha. Pero también salir a la lluvia es una figura poética en el sentido de limpiar, de refrescar, de reinventar.

—¿Se ha reinventado Manolo García?

—Para mí es un disco esperanzado. Abres la prensa, ves el aumento del hambre, la subida de los alimentos y dan ganas de echarte a llorar. Pero hay que ser positivo e intentar abrir un debate ciudadano para arreglarlo, porque sólo con las ONG es imposible.

—Hacía cuatro años que no editaba un disco. ¿Han sido sabáticos?

—Entre disco y disco hay promociones, giras y, en este caso, un año y medio de trabajo. Yo no necesito vacaciones porque entiendo que no estoy trabajando. Y pido perdón, porque no quiero que parezca un recochineo. Los músicos, los escritores, los cineastas… somos unos pijeras comparados con los mineros o los agricultores.

—Al menos, ellos no sufren el ‘top-manta’.

—Todos contribuimos a la piratería. Ya sea cuando vas a una gasolinera, lo haces tú todo y permites que se forre un empresario que tiene dos empleados mal pagados, o cuando vas a un supermercado de una macrocadena y compras alimentos producidos industrialmente que no saben a nada. La piratería es el capitalismo.

—Ha grabado en Creta y en Girona. Las mezclas se han hecho en Kentucky y en Madrid y se lo han masterizado en Nueva York. ¿Eso es la globalización?

—Éste es uno de los disparates del mundo en el que me ha tocado vivir. Yo también cojo aviones y también contamino. Y consigo vuelos baratos que permiten grabar y mezclar en tantos sitios.

—¿Dónde compone?

—En una habitación de mi casa, en Barcelona. Generalmente salen primero la melodía y los acordes. Luego viene la letra. A veces todo empieza en una frase que se me ocurre mientras pinto un cuadro. La vida a pie de calle me da más canciones que pasarme el día tocando la guitarra.

—¿Se considera barroco?

—Dentro de mi estilo, que es el pop rock, sí que soy bastante barroco. No me conformo con un arreglo simple. Me gusta recargarlo.

—¿Tanta fusión puede llevar a la confusión?

—El eje de mi música viene del rock y del pop. Puedo adornarlo con laúdes y liras de Creta o con violines, pero los zambombazos y los porrazos del rock no los voy a perder, porque es de lo que me alimento.

—Sus detractores dicen que este disco es el García de siempre. ¿Cómo lleva las críticas?

—Las buenas bien y las malas mal. Hago mi trabajo y tengo la conciencia muy tranquila porque creo que lo he hecho bien. Me interesa el público.

—¿Cómo le afecta la crisis a un superventas como usted?

—Me afecta anímicamente. Me duele y me parece peligroso que la pirámide se agudice y que cada vez haya menos clase media y más mileurismo.

—¿Qué hace con los discos de platino?

—Los tiene la discográfica. Algún trofeo lo tengo en el cuarto de baño, no por desprecio, sino para recordarme lo que somos. Somos un saco de polvo que durante un tiempo tenemos una forma.

—¿Qué tal lleva el fenómeno fan?

—Yo no tengo fans. Tengo la suerte de ser feo y no hay señoritas que me persigan. Yo estoy en esto por la música, y eso lo saben todos mis seguidores. A todos nos gusta el éxito, pero me quedo con una frase de Rosa Montero: “Me conformo con la calderilla de la fama”.

Fuente: Interviu – Carlos Barrio – ENLACE