Manolo y Quimi se juraron fidelidad a sí mismos en el Coliseo

Diez mil personas fueron testigos de la liturgia.

Instrumentalmente ajustados a lo correcto, con una tradición estilística personalizada, unos estribillos repetitivos atornillados en la memoria de sus incondicionales y un enorme pragmatismo en el desarrollo de formas musicales y contenido literal, «El Ultimo de la Fila» llegó a La Couña con su gira «La Rebelión de los Hombres Rana».

Aproximadamente 10.000 personas llenaron el Coliseo para rendir pleitesía a este dúo que, con distendida pulcritud musical, habitual en ellos, construyó con formas artesanales un reducto ambiental para que sus miles de seguidores no pararan de corear, con palmas y voces, durante más de doshoras, las canciones de los recientes y anteriores trabajos de Manolo y Quimi. Se esperaba que el espectáculo audiovisual de la «Rebelión de los Hombres Rana» fuera el concierto del año; y las previsiones se cumplieron a rajatabla. A la hora fijada para el comienzo del concierto faltaban cerca de 3.000 personas por entrar en el recinto: El control en las puertas era riguroso debido a la aparición de alguna entrada falsificada que puso en estado de alerta a la organización. Dentro, los más madrugadores empezaban a impacientarse por la tardanza hasta que acertadamente se hizo saber que el retraso no era imputable al grupo sino a la impuntualidad de la gente.

A mover los «Huesos»

Asumida la cortesía de esperar por los más rezagados, el concierto empezó con más de media hora de retraso versionando «Huesos», uno de los éxitos de «Los Burros», anterior nombre del grupo, que fue recibido con un revuelo considerable. Había comenzado la función.

El escenario diseñado para la ocasión por Manolo, Quimi y Josito Alegre se convirtió en un gigante microscopio por donde pululaban figuras de insectos, batracios y variada fauna animal creada especialmente por el pintor madrileño Miguel Brady para. ambientar la «Rebelión de los Hombres Rana’.

Una rebelión tranquila, sosegada, en equilibrio. El novedoso sistema de sonido, experimentado por grupos como «Pink Floyd», «The Cure» o «Depeche Mode», ‘ayudaba a que las canciones llegaran con toda su belleza simétrica al público y lograra, sin decoro alguno y con mucho vigor, unos cauces de comunicación propicios para el entendimiento.

En este ambiente, Manolo y Quimi, Quimi y Manolo’, fueron desarrollando su propio lenguaje a través de medios tiempos que revolucionaban a las masas.

No faltaron canciones de sus anteriores trabajos (como » Insurrección», » A veces se enciende», «Sara», «Mar Antiguo» o » Querida Milagros»), que fueron intercalando con otras de su último trabajo: «A medio soñar», «A pedir tu mano», «Bailarás como un indio», «Dímelo tú, » El bombero del atardecer» —la que ellos llaman la «heavy»—, ‘Vestido de hombre rana», «Las hojas que ríen», y otras.

El formato de expresión musical de «El Último de la Fila», con un. Manolo García personalizando, como siempre, su expresión vocal con una actividad escénica vitalista y un Quimi Portet ajustando el entramado musical y haciendo asequible a una convivencia estable, tiene una química especial.

Se les ve, se les oye y se les nota sin ninguna sobredimensión ni pretenciosas reformas. Ahí puede estar una de las causas de esa alucinación colectiva que aglutina preferencias y fomenta una convivencia estable con sus seguidores. No son virtuosos, ni requieren actitudes especiales en su auditorio confeccionado por un público de amplio perfil en edades y sexo.

Una de sus mayores virtudes, la normalidad, se puso nuevamente de relieve. En sus conciertos no tienen cabida las sorpresas y todo engrana en función de unas sensaciones que ellos custodian con rigor, celo y pulcritud.

Su discurso musical es fácil de entender y en cada canción reinician constantes diálogos de acercamiento con un público entregado; en total disposición para el desarrollo de una entrañable convivencia emocional. Manolo y Quimi saben medir muy bien las distancias de aproximación con su público. No arriesgan y dan lo justo: lo que el público quiere. Y lo hacen con una innegable capacidad de tierna seducción que desarrollan con naturalidad.

Puede que sean reiterativos en sus propuestas pero, en ese sentido, la realidad demuestra que su camino es el acertado para seguir contentando a sus muchos incondicionales. En el concierto de La Coruña, «El Último de la Fila» renovó su fidelidad a sí mismo. Y a sus «fans» les agradó sobremanera ese juramento.

Fuente: El Ideal Gallego – 26/11/1995 – Por Nonito Pereira – Foto: Daniel Alvarez

El ideal Gallego 26 Nov 1995