Quimi Portet: «Soy un músico bruto y divertido»

El cantautor de Vic publica ‘Ós bipolar, su noveno disco en solitario. Manolo García sorprende a su amigo con un emotivo texto.

Quimi portet siempre ha jugado en otra división. Él sí quiso ser el último de la fila: el de atrás del escenario. Un rebelde frente a lo que se presupone obvio: vender discos. «Estoy encantado con mi trayectoria. Lo mismo que Manolo García. Somos una máquina de hacer reír, de pasárnoslo bien, de hacer cosas divertidas. Para ambos nuestras carreras son muy importantes. Y diferentes. La de Manolo le honra. Y la mía, pequeñita, también. No pienso en términos grandilocuentes. Llevo nueve discos en solitario. Nunca he dejado de ser músico y de tener éxito: ¡nunca me han tirado piedras!», ríe.

El guitarrista y cantautor se apeó del triunfo cuando se divorció –de forma amistosa– de la carismática voz de El Último de la Fila. El principal detonante fue que la discográfica quería lanzarlos a la conquista planetaria. «Solo nos quedaba eso, el éxito internacional. La época del entusiasmo adolescente ya la he pasado. Ya son 58 años llevando una vida provinciana, a la que no quise ni quiero renunciar», explica Portet relajado en el salón de su casa (en pleno casco antiguo de Vic), mientras analiza para DOMINICAL algunas de las canciones que integrarán su nuevo álbum: ‘Ós bipolar‘ (sale a la venta el próximo 1 de abril).

Quimi Portet: "Soy un músico bruto y divertido"

En los extremos, Manolo de morena y Quimi de rubia. Los Burros haciendo el burro en el camerino.

El álbum cuenta con una colaboración muy esperada: la del amigo Manolo. Juntos cantan el tema ‘Roda el món‘: «Fa el triple salt mortal / per fugir del passat/ i del negre futur (deixeu-me estar). / És l’hora dels adéus…», reza la primera estrofa. ¿Hora del adiós? ¡Si últimamente todo son reencuentros! Los dos han sacado del establo al resto de Los Burrosy Los Rápidos para fugaces actuaciones en las salas La Riviera de Madrid y Razzmatazz de Barcelona –la última fue el pasado domingo–. Esta minigira ha servido para vestir de largo ‘Historia de una banda (Antología sónica)‘, un generoso lanzamiento fruto del favorecedor lifting que durante cinco meses le hicieron al repertorio de las reivindicadas bandas germinales. «Uno de esos días de grabación, mientras me tomaba un carajillo, pensé que la voz de Manolo le quedaría muy bien a este tema. Se lo propuse y aceptó de inmediato», relata.

El rebuznar juntos de nuevo ha supuesto «un placer total. Una maravillosa celebración. Las canciones de esa etapa son unos disparates que se dejan tocar perfectamente. Creo que hemos hecho una revisión muy digna. Ha quedado un disco supermoderno. Es obvio que somos unos entusiastas totales. Todos nos involucramos. Y nadie a la fuerza. También es verdad que nunca tuvimos crisis: ni siquiera cuando fracasamos. Somos gente muy complementaria. Como Manolo y yo. Él toca unas teclas que yo ni idea. Y viceversa. Ambos estamos encantados con nuestras vidas».

Así, ¿seguro que no hay tentaciones de recuperar a El Último de la Fila? ¿Se descarta definitivamente, después de este edificante ‘revival’? Sí. Es mejor seguir así. No hablo del público ni de la industria. Sino de nosotros.

¿Qué más motivos impulsaron la disolución? Hubo varios. Muchos, diría. Emocionales. Culturales. Lingüísticos. El caso es que ahora doy conciertos para 200 o 300 personas y si logro que se vayan felices a dormir, yo contentísimo. Mientras me dejen seguir componiendo, grabando y tocando, aunque sea ante poca gente, no me cansaré nunca.

«Estoy superfeliz de la época de El Último de la Fila. Llegó hasta donde tenía que llegar. Desde siempre he valorado la paz y la tranquilidad»

¿Corría el riesgo de que El Último de la Fila acabara fagocitado por la industria? Exacto. El peligro es ser víctima de la industria. Y eso es algo difícil de identificar. Pero si picas el cebo, estás perdido: es tu fin. Has de vivir según tus prioridades. Nunca depender de lo que se espera de ti. Yo debo de haber escrito unas 400 canciones. De mi pasado no hay ninguna parte triste o que quisiera olvidar. Estoy superfeliz de la época de El Último de la Fila. Llegó hasta donde tenía que llegar. Con resultados espectaculares. Con canciones maravillosas. Desde siempre he valorado la paz y la tranquilidad. Para estar realmente contento, has de aceptar con deportividad la parte de tristeza y de dolor que hay en la vida. Si no no lo estarás jamás. Vas de susto en susto. Esto lo aprendes de mayor, pero más vale tarde que nunca. Además, la ambición implica una forma de funcionar que no me va. Me gusta más la música que el negocio de la música. Es muy importante identificar quién eres. Saber cuáles son tus prioridades. Si tienes que sacrificarte, que sea por las tuyas.

Entre ellos todavía hay ‘rebuznos de amor’. Así titularon el primer álbum de Los Burros, en 1983, con temazos como ‘Disneylandia‘ y ‘Mi novia se llamaba Ramón‘. «¡Menudo griterío hacíamos! Resultaba difícil distinguirnos. Yo soy un cantante bruto y divertido. Y con Manolo hemos coincidido en el estudio en raras ocasiones. No vamos sobrados de tiempo. Pero en mi segundo disco en solitario, ‘Hoquei sobre pedres‘ (1997), él ya participó en ‘Massa‘, cantando en catalán. Eso sí, entonces fue una colaboración más discreta. En ‘Roda el món’ es más evidente, más bestia».


En el nuevo álbum de Quimi Portet hay más invitados: el mallorquínJoan Miquel Oliver (ex-Antònia Font), «que ha hecho de asesor y ha grabado voces», y la conciudadana Núria Graham, «que aporta los coros en uno de los cortes».

La pieza que bautiza el compacto es la que abre el disco. Y tiene un tono humorístico, muy suyo. «La idea surgió tras ver un documental en la BBC de supermillonarios británicos. Salió una mujer londinense que tenía un oso polar disecado en casa. A la hora de presentarlo, dijo en inglés que era su ‘bear polar’. Me hizo gracia, parecía que decía bipolar. Me gustó el juego de palabras. Me pareció hasta poético. La letra no tiene intención de explicar nada, sino de llevarte a un mundo onírico».

La siguiente canción es ‘Pamela‘. Empieza con un recitado: «Encara penso en tu quan rego els geranis / i esquitxo algun vianant que prou s’ho mereix«. Y termina con un guiño tecnológico: «Pamela, em dius per wasap que encara m’estimes / I jo et contesto: …. ‘i és clar que jo també«.

¿Existe esta mujer, Pamela? No, no. Cuando era joven sí que existían las señoras que citaba en mis discos, pero ahora… La escribí pensando en Sisa. Como me enrolé con él y con Joan Miquel Oliver en el proyecto Col.lectiu Eternity, un día me planteé cómo sería un tema si se lo compusiera para él. Y me salió este: con nombre de chica, y muy yeyé. Todos insisten en su vena onírica, pero yo siempre he pensado que Sisa es sobre todo yeyé, y ultramoderno.

Y lo del wasap, es consciente que tiene fecha de caducidad, ¿verdad? Los que nos dedicamos a la música popular aceptamos con dignidad que pertenecemos a una época. De aquí a unos años dará risa. Lo mismo que exitazos como Tengo una vaca lechera. Hay también un valor atemporal. Me dedico a un género menor y no me afecta nada que mi propuesta sea de temporada. Como mínimo, será un documento de esta época, más o menos risible. En realidad, empecé a utilizar wasap no por una novia, sino por mi hija, de 23 años [Eugènia es la que se ha encargado del diseño, fotografías, grafismo…]. Cuando me lo instalé en el móvil, pensé: por fin podré hablar con ella. Hago de padre y de madre. A mí, con mi físico y tal [risas], se me acercan muchas chicas. Y mi éxito con la música, claro está, también ha contribuido a que tenga más éxito con las mujeres [más risas].

Pamela no es el único nombre de mujer del compacto. La que toma el relevo es ‘Daisy (Al.leluia)‘, un tema con «un punto góspel, y un canto a la felicidad tranquila, sin aspavientos», describe. «Uuu Daisy, nom de floreta i cara de cavall. / Uuu Daisy, i com desafines al cor parroquial…», canta Portet, respaldado por otra chica, la vecina Núria Graham. «Vino al estudio de visita y le pregunté, ¿por qué no haces algo al final, a tu bola? La escuchó y… del tirón».

Aclaración: el cantautor de Vic se crio «como barcelonés» y hace solo 11 años que vive en Vic. «Crecí entre el Guinardó y Horta. Mis padres sí que eran de aquí, pero cuando yo tenía solo 1 año se mudaron a Barcelona. Cómo me acuerdo de la casa de mi abuela, ¡de sus canelones! Los primeros grupos que tuve también eran de Vic, o de Avinyonet de Puigventós, donde tengo mi estudio. De niño esta tierra ya era mi paraíso».

«El romanticismo es una invención de finales del siglo XIX y principios del XX. De los ganadores de la segunda guerra mundial. ¡El amor es una invención!»

En esta letra asegura que los sentimientos están sobrevalorados. ¿De verdad lo piensa? Sí. Bueno, depende de lo que entiendas por sentimientos. A partir del romanticismo, y del dañino cine de Hollywood, los auténticos sentimientos han quedado como una caricatura. Son postizos. Creados por corporaciones. Esta pieza tiene un punto de rebelión contra estos sentimientos estereotipados. Nuestros bisabuelos seguramente no se enamoraron. Se conocieron, se quisieron, tuvieron hijos… No se les ocurrió pensar en estas proyecciones mágicas del amor. Hacían lo que podían. En el fondo, hay mucha ternura en este tipo de relaciones. El romanticismo es una invención de finales del siglo XIX y principios del XX. De los ganadores de la segunda guerra mundial. ¡El amor es una invención!

Al indómito Portet le gusta la parodia como la zanahoria a los burros. En ‘Ós bipolar’ se atreve con el country y el heavy pachanguero. «Mi lema es: ‘No ve d’un pam».

Fuente: El Periódico – Núria Martorell – Foto Ferrán Sendra – ENLACE