Manolo García: “La música es un salvavidas, hace el mundo más habitable”

El veterano cantante Manolo García concluye el segundo tramo de la gira de presentación de su último disco, ‘Geometría del rayo’, el sábado en Miribilla

Casi 40 años, la mitad de ellos en solitario, avalan la exitosa trayectoria musical de Manolo García, que finaliza en el Bilbao Arena la gira de su último disco, Geometría del rayo (Sony). “La música es un salvavidas, hace el mundo más habitable”, explica el cantante, que reivindica “la justicia y la risa” en esta entrevista.

20 años de carrera en solitario ya. -¡Cómo pasa el tiempo! Es ya más tiempo que con El Último de la Fila.

Y si nos retrotraemos a Los Rápidos y Los Burros…

-Pues casi 40, ya que el primer disco de Los Rápidos se grabó en 1980.

Pocos pueden alardear de tal carrera en un Estado tan cainita.

-Voy siendo de los veteranos (risas). El otro día me entristeció saber que se retiraba un músico tan bueno y encantador como Rosendo.

¿Sigue siendo la música esa “llama febril” que le enciende?

-Si no fuera así, no seguiría. De joven estás disparatado, con la fiesta, el rock’n’roll, la carretera y creyendo que todo el monte es orégano;ahora necesito la música, esos ratos de componer, el concierto, ver a la gente disfrutar… Es algo vital y un oficio que me ha enamorado.

Nadie regala nada, eso es cierto.

-Claro, pero el oficio… ¿Por qué siguen Dylan, Van Morrison, U2 o los Stones? No es por dinero, es por oficio. Su vida es cantar y tocar para la gente. Ese es el poder de la música. Y a Dylan le dan el Nobel porque mucha de la poesía actual lleva música y acordes. Son necesarias para ellos y la gente. Yo, sin comparar y a mi medida, cantar me da felicidad. Y ver a la gente disfrutar le da todo el sentido. No es el dinero, es algo más íntimo, como que un desconocido te abrace en la calle y te felicite por un concierto. ¡Eso es de puta madre!

¡Vamos, que como Springsteen, es un prisionero o apóstol del rock!

-No diría tanto. Pero aunque la música no pueda arreglar el mundo, sí lo hace más habitable. Es necesaria, como la poesía. Es emoción, un latido en los genes. Ya en las cavernas bailaban para encontrarle un sentido a la vida. Sin ella, la vida es gris y rutinaria, solo enfocada a ganar dinero, trabajar y pagar la hipoteca. Así no tiene sentido, es una estupidez. Con arte, la cosa cambia. Ahí está el esfuerzo del ser humano por avanzar y ser feliz. Aporta placidez emocional.

Llega con la gira de ‘Geometría del rayo’. ¿Puede que sea uno de sus últimos discos más melódicos y accesibles? ¿Menos denso?

-Ha complacido a mis seguidores. Ha sido un disco feliz y cómodo. No soy de seguir con canciones que se resisten, prefiero dejarlas y borrarlas del ordenador. Con estas todo ha ido fluido y lo he pasado muy bien. Puede que haya aprendido a separar el grano de la paja con los años. Lo he preparado durante casi dos años, trabajando muy tranquilo. Y ha habido canciones cuyo esqueleto lo tuve en una mañana.

Pues sin renegar del rock y las guitarras, le ha quedado un disco más pausado, incluso con pianos.

-Estoy de acuerdo. Al principio, con Los Rápidos, éramos rockeros y nuevaoleros, punks y marcianos. Era todo caña, como The Police, The Clash… Luego, en solitario, he experimentado con músicos de Brasil o Grecia, para mezclar y como obligación de autor, para no aburrirme y aburrir, creando caminos nuevos. En los tres últimos discos he cerrado el círculo y vuelto a Estados Unidos, para tocar rock y pop. ¡Y lo he pasado como un niño! ¡Soy propenso a flipar con la música!

Genera pasiones encontradas, a favor y en contra. Hay quien dice que usted canta como siempre: otros, que como nunca.

-Es el peligro de llevar tantos años, que mi voz, como la de Raphael, Perales o Jagger, es reconocible. Pero que oigan cómo he ido cantando desde Los Rápidos. El timbre es el mismo, pero mi voz ha cambiado. Otra cosa es que no te guste mi voz, pero el esfuerzo está ahí. Y el respeto hacia quien no le gusto.

Y luego está su gusto por la palabra y la poesía. En épocas de trap, usted le canta a Copérnico, a patricios romanos y lebreles…

-Me fabrico mi mundo propio, retirado y austero. Toco un poco, compongo, pinto y leo mucho;de ahí sale mi pasión por la lengua. La lectura me ofrece placer y compañía desde siempre. Si supiera más idiomas, podría leer a Shakespeare en su lengua;o saber euskera o entender bien a Dylan. Soy un artesano de la música. Ese mundo propio me esponja el espíritu y me eleva. Es como mi cueva de hippie, con un té y un arroz blanco.

Y del frenesí actual y de esas necesidades que nos ponemos y no lo son.

-Totalmente. Vivimos en una rueda endiablada que nos obliga a hacer muchas cosas para pagar impuestos e hipotecas. Compramos cosas que no necesitamos y nos olvidamos del gran tesoro: el tiempo. Quien tiene dinero y quiere más, es un tonto. El sabio es quien compra tiempo con dinero.

Pero ese “regalarnos libertad” que canta es una utopía con hipotecas. -Es que la sociedad es muy injusta. Al común de los mortales le es imposible ahorrar y vive al día. Y no digamos si hay hipoteca y te quedas parado porque llega el banco y te quita el piso. Y esto de ahora de los bancos… ¿Hay que defenderlos sobre la población, que es quien les da vida? Estamos medio locos. A quien tenga sensiblidad, debería preocuparle cómo vive la base de la pirámide. Hace falta aire fresco para no enfermar. Para mí, la música es mi salvavidas. Ese rato de concierto y la gente feliz… quiero pensar que algo hacemos, que damos y recibimos descanso.

De ese planteamiento surgió ‘Urge’. Es casi una canción protesta.

-Sí, es fruto de mi inquietud social y del gusto por los cantautores, de Silvio a Aute o Rosa León. Soy hijo de obreros y sé lo que es venir de abajo. Conozco la mugre de un barrio jodido, con empresas cerradas y la gente, verdaderos esclavos del desarrollismo de los 60, en la calle. Es como ahora, con estos sueldos miserables. ¡Cómo no me va a preocupar! Por eso trato de que las entradas no valgan 90 euros.

‘Nunca es tarde’ canta también.

-Es un grito para ser libre, no dejar que nos coman la moral, para ser felices y que sepan que no somos esclavos y que ellos, los políticos, deberían estar a nuestro servicio. Basta ya de corruptelas;estamos a tiempo de liberarnos de esa sensación de agobio. Y que Rato no solo se disculpe, que lo devuelva todo con intereses. No es tarde para reír y reivindicar la justicia.

Y el diálogo y la tolerancia. Usted clamó contra los ataques a Lluis Llach y Serrat, que se manifestaron, con opiniones dispares, sobre el ‘procés’.

-No es más que clamar por el respeto y escuchar a todo el mundo. Eso es la democracia. Con las redes se ha desmadrado lo de los insultos. Hay que escuchar a quien opina distinto y tratar de convencerlo.

Concluye gira en Bilbao. ¿Será especial?

-Nos da añoranza constatar que la gira concluye. Y alguna anécdota habrá, algo diferente. El repertorio será similar, solo cambio una o dos canciones. Pero cada concierto es diferente, ya que el público es distinto, como el estado de ánimo de todos.

El último disco incluye ‘La punta de mis viejas botas’. ¿Adónde se dirigirán en 2019?

-Ya estoy trabajando algo y tengo canciones. Es que no paro (risas). Preparo otra exposición de pintura y veremos si entro a grabar. Estoy con el punto de que acaba la gira y de ir a por la siguiente (risas).

Fuente: DEIA – Andrés Portero – ENLACE