Manolo García: «Intento dar lo mejor de mí a los demás a través de mis canciones»

Llega a Palencia después de quince años de su último concierto y celebra con su gira ‘Acústico’ sus veinte años de carrera en solitario

Hace ya 32 años del lanzamiento de ‘Insurrección’, convertida en un himno, en su día de El Último de la Fila, pero que ha persistido en el tiempo. Como Manolo García, vena intensa, verbo frondoso, el que espanta males cantando, los de la destrucción del medio ambiente y del planeta, esos por los que sufre. Y el que se emociona como lo hizo cuando a los 14 años escuchó a Led Zeppelin, y que hoy a sus casi 64 lo sigue haciendo hasta con su voz. No es vanidad, no es petulancia, no es pedantería, es que simplemente quiere progresar en todo lo que hace y disfrutar con ello, con la música y con el júbilo que le procura hacer feliz a quienes le escuchan y con los que se divierte en los conciertos. Su gira ‘Acústico’, en la que hace un amplio recorrido por su discografía en solitario (ya 20 años), además de interpretar canciones de El Último de la Fila y Los Rápidos, recala este sábado en Palencia (21 horas en el Pabellón de Deportes).

¡Viene a Palencia después de quince años! Ya era hora…

–Todo ha cambiado, la forma de escuchar música también. Ahora imperan los festivales de verano que concentran a gente en torno a una playa, a una gran capital, y se acabó. También los nuevos modelos tecnológicos han irrumpido en nuestras vidas para escuchar música, cuestionables o no, y a eso le añades la crisis… A aquella España de los años 80 y 90 donde siempre había público, eso se ha terminado. El artista suele prescindir de ciudades pequeñas porque trabaja más y gana menos, pero al margen de esas explicaciones prosaicas, a mí no me gusta hacer cuatro conciertos grandes y luego irme a mi casa a ver la tele y tomarme cubalibres. A mí me gusta la carretera, así que en esta gira acústica me ha apetecido tocar en sitios pequeños, cuidarlos igual que ellos me cuidan a mí.

Pero es una gira planteada para teatros y auditorios…

–Hay ciudades en las que no hay ese tipo de aforos y tampoco somos dueños de otros imponderables. La cultura en este país está tratada de forma cuestionable, los diferentes gobiernos en estas últimas décadas dejan mucho que desear. No se dan cuenta de que la cultura es un alimento para el espíritu. El ciudadano no puede vivir angustiado por Hacienda, por las multas de tráfico… La sanidad es prioritaria, también la educación, y hay que dar un servicio óptimo al contribuyente, pero luego está la cultura, que también da mucho empleo. Además, un país que no trata bien su cultura, es un error, y un despropósito el 21% de IVA, por ejemplo.

¿Estamos llamados entonces a las filas de la insurrección?

–Siempre que sea pacífica, sí. Estamos llamados siempre a reivindicar lo justo, a llamar al orden contra la injusticia. Una democracia te da esa posibilidad, y de una forma pacífica es el elemento del ciudadano, hay que hablar en la calle. La gente mayor se queja por las pensiones y deben quejarse de la injusticia que se comete con ellos.

Como músico y compositor, ¿se reivindica como crítico social?

–No es obligatorio en un artista, pero sí optativo. No es una obligación, pero sí un derecho. No anuncio marcas comerciales, porque me parece que estamos incitando al consumismo desaforado, que nos va a llevar a un colapso, y prefiero hablar de lo importante que es detener la temperatura del planeta. Si alguien me escucha, prefiero apelar a tomar medidas contra esto que anunciar un producto comercial, porque el consumo más iluso y más tontorrón es uno de los problemas de este nuestro primer mundo. Debemos reflexionar porque somos seres humanos, no cafres. Y si hay élites que viven mejor, pues mejor para ellos, pero la base de la pirámide debe vivir de otra manera.

¿Y todo con el objetivo de ser feliz e intentar hacer feliz a la gente?

–No quiero estar discurseando ni adoctrinar a nadie. Yo soy músico y mi manera de estar es apasionada en cuanto a la música, apasionada en cuanto a la vida, e intento dar lo mejor de mí a los demás a través de mis canciones. Intento procurar un rato agradable de descanso mental, no pretendo otra cosa, y llamar la atención sobre cosas importantes que serán nefastas si no las arreglamos.

¿Se sigue emocionando con sus canciones y en sus conciertos?

–Cuando salgo a cantar y veo a dos mil o a cuatro mil personas o las que haya, contentas, es una emoción. En un mundo doliente donde no paras de escuchar quejas y problemas, ver a un puñado de gente feliz, me emociona. Es un logro. Soy emotivo en su punto justo, soy sensible a lo que me rodea, no estoy todo el día alabando mis bondades o sufriendo por mis carencias, yo miro hacia afuera. Solo miro hacia dentro cuando escribo o cuando pinto, pero si no, trato de pensar en los demás, suponerles el menor coste posible.

Y después de cuatro décadas, ¿se plantea aún los días como un reto profesional?

–Naturalmente, mejorar y eliminar fallos debe estar en el camino de las personas, hacer las cosas mejor. Yo tuve la idea clara de que la música era una vocación y puse mi proa hacia ese norte. Y para mí coger el coche o el tren para ir a una ciudad a dar un concierto, no es ir a trabajar. Las personas que hacemos lo que nos gusta absolutamente tenemos mucha felicidad. Pero incluso si no te gusta o no te convence, hay que hacerlo con dignidad y por dignidad personal. Porque también hay mucho mérito ahí, en hacer un trabajo que no te gusta lo mejor posible. Tenemos que estar bien, es la única manera en la que yo entiendo que puedo comunicar energía y alegría.

Nos podría compartir su pildorita de la felicidad…

–La sabemos todos. Es complicarse lo menos posible. La mayoría de cosas que queremos son superfluas, la idea de que ante un día triste debes irte de compras, es un error. Yo voy más por el budismo, el apaciguamiento, la mirada interior, la calma, una alimentación sana, con todo eso estás mejor. La felicidad absoluta es una falacia, no puedes mantenerte feliz ni un día entero, pero con algo sencillo robas un poquito de felicidad al día. Un lector ya es feliz con retomar esos veinte minutos donde dejó el libro el día anterior;un conductor de autobús, con tomar un café con un amigo en el cambio de turno.. Y cada uno sabe sus maneras simples, no hace falta planear ir al Caribe una o tres veces al año para ser feliz.

¿Qué hace para tener esa vitalidad con casi 64 años? Porque en el gimnasio no le veo…

–Lo que hago es no parar, nunca estoy en el sofá. Soy muy inquieto, no paro, no soy de gimnasio, prefiero un azadón en un huerto, aunque tengo guardado hasta un arado antiguo de mi padre y de mis abuelos, que trabajaban el campo de forma humilde. No necesitaban gimnasio, estaban delgaditos pero fuertes, muy guapos. Soy urbanita, no paro de moverme, si puedo no cojo un taxi y camino media hora. Intento cultivar más la mente que el cuerpo.

En esta gira acústica, modula la voz, las canciones parecen otras…

–En cuanto llevas una carrera larga, tienes que renovarte, ofrecer algo nuevo a la gente que te sigue. Hay que dar una vuelta, otra mano de pintura a las canciones, siempre lo hago, pero igual que lo hace Serrat o Bruce Springsteen. Luego hay casos extremos, por ejemplo Bob Dylan, que ni te enteras qué canción está cantando. Pero eso me encanta también, esa energía del músico te aporta. Yo en esta gira, me voy soltando y envalentonando, le pides a una guitarra que haga un solo, entras más tarde… Quiero que el concierto tenga viveza, no sea de repetición. Bastante hago con aguantar una lista única, porque yo cambiaría cada noche el orden y pondría unas u otras, pero no me dejan… Canto las mismas canciones, pero con otro sabor, y cambio una palabra o algo según me viene, sobre la marcha. Quiero que sea un concierto vivo.

¿Osea que Manolo no manda tanto en el equipo?

–Los órdenes de las canciones están establecidos, si no, sería un lío. Cada guitarrista lleva dos acústicas, una bandurria, un laúd, una española, y no podría hacerlo sin saber el orden de las canciones. Nada sería lo mismo. De lo que soy dueño es de las canciones, a las que doy giros a mi manera cada noche, y miro a un músico y con eso hace un solo… Con Juan Carlos García, ya estaba en El Último en 1986;Charly e Íñigo ya llevan 20 años, desde ‘Arena en los bolsillos’;y con Ricardo ya llevo 16 años. Lo hacen impecablemente, y la gente lo palpa. Es muy bonito que el público vea también disfrutar al músico y a la banda.

Una gira intensa y larga, pero sigue componiendo. ¿Nuevo disco para 2020?

–A ratos voy componiendo. No sé cuándo saldrá el disco, no quiero obligarme a una fecha. Ya tengo varias canciones nuevas, ahí estoy…

Fuente: El Norte de Castilla – J.Olano – ENLACE