Manolo García: «No fui el último de la fila, solo su mitad»

Manolo García recala esta semana en València con tres conciertos en el Palacio de Congresos los días 6, 8 y 9 de noviembre, con las entradas agotadas

Casi empalmándola con la intensa gira de «Geometría del rayo» (2018), el músico barcelonés ha salido este año a la carretera para hacer la primera gira acústica de toda su extensa carrera. Actuaciones desenchufadas pero con todo el despliegue y la entrega habitual y una banda de siete músicos sobre el escenario.

Hace poco más de un año que Manolo García llenó la plaza de toros de València y pese a eso, ahora vuelve por partida triple pero en formato acústico. «Toda la vida, y ya son muchos años, he trabajado en modo rockero: batería, bajo, guitarras eléctricas -explica en una entrevista telefónica a Urban-. Pero pensé: ¿Por qué no llevar una gira de esta manera? El concierto grande tiene energía, poder, pero el concierto pequeño es más dulce, llega más fácil al oído y al corazón del oyente, puede llegar a acercarte más y de una manera más sutil al aficionado a la música. Y además no quería parar de tocar».

P ¿Cuándo un artista como tú empieza una gira cuando casi ni ha terminado la anterior está huyendo de algo?
R No, más que huir estás buscando tu centro, tu lugar en el mundo. Y una vez lo encuentras, la mejor manera de no perderlo es sintiéndote útil a los demás, sintiendo que das algunas alegrías, que aportas algo de poesía a los días de las personas igual que ellos te aportan algo cuando te paran por la calle y te hablan de música o de lo que sea. Yo soy de aquellos que buscan paz, tranquilidad, sosiego, que esperan que todo vaya bien, que la Albufera esté un poco más limpia que hace unos años…

P Me llamó la atención del concierto del año pasado tu capacidad de intimar con los 12.000 espectadores que llenaban la plaza. Ahora, en un auditorio, ese nivel de intimidad será casi pornográfico.
R Me gusta muchísimo la cercanía en los conciertos. Yo bajo, quiero estar con la gente, sentir que somos uno en la búsqueda de la felicidad, en esa cuestión tan estrambótica e intangible que es la paz. La gente necesita tocarse, darse la mano, abrazarse, sonreír. El público sabe que yo cuando les canto una canción es de verdad, que no escribo porque no tengo nada mejor que hacer o porque quiero comprarme un Maserati. Si hago canciones es porque necesito cantar y que el público me sonría.

P ¿El colmo de éxito es que a uno le conozcan en toda España pese a llamarse Manolo y apellidarse García?
R Como nombre artístico no me negarás que es estupendo. Tiene un punto de cachondeo que me gusta muchísimo.

P ¿Qué queda en este Manolo García que hace acústicos de tres horas y busca la paz del Manolo García que empezó haciendo punk y salía al escenario vestido de mujer?
R Queda el humor, que es un signo de inteligencia. Y queda la ilusión que yo ya tenía las primeras veces que fui a València a dar conciertos en discotecas. Ahora doy menos saltos y no me pinto el pelo de azul, pero el signo de rebeldía sigue en mí. Y sigo sin creerme ninguna milonga. Lo que está pasando, la violencia en Chile, en Bolivia, en México, en Cataluña€ La base de todo eso es la desazón, la falta de moral y de ética por parte de los estamentos altos de la sociedad. Cuando oyes que esa gente roba y es corrupta, la gente se rebota.

P ¿Entiendes lo que está ocurriendo en Cataluña?
R Soy catalán de Barcelona y para mí es muy triste. Pero de aquellos polvos, estos lodos. Hace diez años se tenían que haber entendido políticamente. Pero no se ha hecho y encima quieren apagar el incendio con gasolina.

P ¿Y después de tantas giras por España, entiendes mejor el país?
R Yo no soy politólogo pero me doy cuenta de la diversidad de este país. España es un país muy vivo, muy apasionado, pero al final lo que la gente quiere es tranquilidad para tomar una cerveza y tener unas vacaciones más o menos acordes a su posición económica. En definitiva, la gente lo que quiere es tirar adelante y que no le pongan palos en las ruedas.

P Pides a los espectadores que no cuelguen vídeos tuyos en Youtube, has pedido que quiten tu entrada de la Wikipedia, estás contra Spotify. ¿No te sientes como Don Quijote contra los gigantes?
R Solo defiendo mi lógica. A mí nadie me ha pedido permiso para poner datos ni fotos en internet. Mi privacidad ha sido violentada. Si quiero hacer de pastor de cabras e irme al desierto de los Monegros y estar allí tranquilo, no puedo. Vayan a cagar, señores de Wikipedia. Yo he rechazado durante décadas hacer publicidad con mis canciones a cambio de ingentes cantidades de dinero. No quiero. Primero soy anticonsumo, porque el consumo desaforado es uno de los males del planeta. Y segundo, porque yo soy un músico de rock, no anunciante de nada.

P ¿Pero comprendes a los fans que hacen páginas de Facebook para rendirte homenaje?
R No. Entiendo que disfruten de una canción mía, pero hay muchas cosas bonitas para hacer en el mundo antes que fotos o vídeos míos. ¿En vez de vivir la vida la filmamos? A tomar por culo. Quiero ser dueño de mi pequeño arte popular. Soy un músico menor, sencillo, no tengo más ínfulas. Pero dejadme ser el dueño de mi pequeño rock’n’roll. Las redes son un poder extraño que se apropia de nuestras vidas. Yo lo único que hago es dar coces.

P Pues venga, volvamos a la músicas. ¿Cuántas veces has estado a punto de componer la canción perfecta?
R Nunca. Si no, lo dejaría, no tendría esta necesidad vital, este impulso irracional de hacer canciones… Yo no tengo esa vanidad. Lo que sí tengo es la necesidad de seguir pasando buenas mañanas, porque yo compongo por la mañana en un pequeño estudio muy sencillito, e intentar inventar esa canción perfecta que nunca voy a conseguir.

P ¿Has tenido muchas veces la sensación de que te estabas repitiendo?
R Sí, varias. Por eso me he ido, por ejemplo, a Brasil, no para tomarme una caipirinha o para hacer la samba, sino a buscar otras músicas, otros músicos de otras latitudes. Otro sabor sonoro. El viaje puede ser fuera pero también interior, desde el sofá de tu casa, con un libro o mirando por la ventana. Buscas que cada día sea diferente de la misma forma que buscas que cada canción, que cada disco, tenga algo nuevo.

P ¿Por eso de no querer repetirte apenas cantas ya canciones de El Último de la Fila en tus conciertos?
R No las canto por una ética personal y profesional. Yo no fui El Último de la Fila, como mucho fui su mitad. Tengo un recuerdo maravilloso, y si al final del concierto la gente pide «Insurrección» la toco la mar de contento. Pero no puedo tener la caradura de basar mi repertorio en El Último de la Fila, eso sería una impostura. Y además estoy muy orgulloso de mi repertorio. Soy un pequeño creador, pequeño pero creador.

Fuente: Levante-EMV – Voro Contreras – ENLACE