Manolo García, contacto directo en el Tívoli

El cantante barcelonés envolvió su repertorio con texturas acústicas arabizantes en un cálido concierto de más de tres horas con mensajes ecologistas y repescas de Los Rápidos y El Último de la Fila

Un año después de muscular su cancionero llevándolo por primera vez, ¡a esas alturas de su carrera!, al Palau Sant Jordi, Manolo García se ha ido al otro extremo con esta gira acústica de escenarios recogidos. Conciertos con tacto de madera, mucha cuerda y aromas árabes, escenografía con detalles mágicos y disposición del cantante a bajar a la platea y meterse entre el público para cantarle a la cara. Manolo cercano, al que después del concierto de este martes en el Tívoli, le aguardan otros tres en el mismo teatro, uno en el Liceu y dos en el Palau.

Lo que no ha cambiado es el afán de saciar al público con sus artes y las de su grupo, empezando por Olvido Lanza, cuyo violín se abrió paso desde la platea encaminándose a la primera canción, ‘Exprimir la vida’, y rumbo a una sesión que superó las tres horas. Ocasión para llamar la atención hacia piezas poco transitadas o lejanas, como las hermosas ‘Solo amar’ y ‘Sombra de palmera’, y llevar su mundo a un terreno un poco menos físico, acorde con el fondo onírico de muchas de sus canciones. Las bandurrias y el laúd de Josete Ordóñez, mirando al sur y a oriente, y el mismo Manolo García acompañándose con un timbal propio de la música magrebí.

Filosofía de vida

Repertorio diverso, con margen para rescates remotos (la ya originariamente acústica ‘San Gennaro’, de Los Rápidos) y un par de ‘medleys’ apuntando a El Último de la Fila, el segundo con hitos como ‘Sara’ y ‘A veces se enciende’. Adentrándose en piezas que reflejan una filosofía de vida, apelando a la pureza de espíritu y la fusión con la naturaleza: ‘Océano azul’, compartida con el público. En el centro del cuadro, un Manolo García con su don intacto para magnetizar miradas, con todo su poder vocal y cierta estampa de figura de cuento ultramontana que nos habla de cosas que van a contracorriente.

No hace falta que se celebre una Cumbre del Clima para que Manolo García invoque los valores de la ecología, ya que lo lleva haciendo toda la vida, y en el Tívoli acudió a ellos en menciones explícitas: “no vale reducir emisiones; hay que eliminarlas”. En el clímax de la noche, y tras meterse con la iluminación navideña y reclamar “menos tabletas y más filosofía y humanidades”, estirando el repertorio ‘in extremis’ (‘Carbón y ramas secas’, ‘Somos levedad’, ‘Una tarde de sol’…), ya solo quedaba simular asombro (“¡vaya sorpresa!”, bromeó) cuando el público le vino a decir que no se iba a casa sin oír una canción: ‘Insurrección’, erigida tres décadas después como un símbolo cabreado y liberador.

Fuente: El Periodico – Jordi Bianciotto – Foto Ferran Sendra – ENLACE