Manolo García: «Me quedé desolado después de dejar ‘El último de la fila’, necesité meses para volver a levantarme»

  • «Soy el mismo chico que empezó con ‘Los Rápidos’ con 20 años, sigo teniendo una ilusión brutal»
  • Hablamos con el artista después de publicar ‘El fin del principio’: un nuevo trabajo con poemas inéditos y dibujos
  • «Lo esencial para mí es la curiosidad por lo que acontece a mi alrededor, la ilusión y las ganas de compartir vida»

«No tengo internet en el móvil ni whatsapp», dice Manolo García al teléfono. No es precisamente un fan de la tecnología por «lo que las redes han hecho a la música», y explica enseguida que «el mundo tal y como lo conocemos ahora, debe cambiar». Emocionado por estar trabajando en un nuevo disco, ha publicado antes un libro, ‘El fin del principio’, escrito antes de pandemia y que vio la luz en mayo con poemas y dibujos inéditos. En la entrevista nos cuenta además que vive un momento dorado en su carrera, pero reconoce que no siempre ha sido así. Recuerda con especial tristeza la separación de ‘El último de la fila’ y desgrana cómo fue volver a estar en solitario. También pide a los mandatarios que se pongan las pilas con el virus.

¿Qué esconde este título?

El título lo escribí en diciembre del año pasado, con lo cual no teníamos ni idea nadie de pandemia, ni de líos. Pero vengo con la sensación desde hace tiempo de que algo está terminando y tiene que empezar un tiempo nuevo. Vamos en una dirección errónea. Hay que cambiar de rumbo, sobre todo en lo relacionado con el planeta. No es viable seguir así. La naturaleza está cada vez más maltratada y tiene que haber una nueva era en la que dejemos de vivir de espaldas a ella, y la miremos a la cara y trabemos con ella una conversación razonable, y de mutuo acuerdo.

¿Crees que esta pandemia marca este fin?

No. Una cantidad de población menor, una cantidad mínima de gente está dándose cuenta de que hay otras maneras de vivir más lentas, más acordes a la naturaleza, con menos necesidades, pero la gran mayoría, en general, está desenado volver a la carga del consumo desaforado y del derroche. Para mí el asunto no sería que la población se conciencie y a partir de ahora haya un milagro y todo el mundo salga de esta pandemia diciendo «no, vamos a tener una vida más austera, más tranquila». Los que necesitan ese milagro son los mandatarios, el gran cuerpo macroeconómico, macropolítico, el poder.

Soy el mismo chico que empezó con Los Rápidos con 20 años, sigo teniendo una ilusión brutal.

La única manera de frenar esto es el asentamiento y la fraternidad, pensar en los demás, en querer menos y compartir lo que hay. Debemos escuchar a los mayores. Son los que aportan un sentido y tienen unas ideas razonables y benefactoras para todos. La voz de la persona madura, que ya está alejada de cuitas y de ansiedades vanas, y que lo que busca es paz, tranquilidad y que sus hijos, nietos, vivan, coman… El problema está en el arbitraje al que estamos sometidos.

Y hablado de ese principio al que debemos volver, vamos al tuyo. Los Burros, El Último de la Fila… ¿cómo has cambiado desde entonces?

En lo esencial no he cambiado mucho. Lo esencial para mí es la curiosidad por lo que acontece a mi alrededor, la ilusión y las ganas de compartir vida, de ayudarme a mí, ayudando a los demás, saliendo a la carretera, intentando hacer canciones que toquen la fibra. Soy el mismo chico que empezó con Los Rápidos con 20 años, sigo teniendo una ilusión brutal. Diría que, de otra manera, de otro modo, pero más que antes. Soy consciente de que tengo menos tiempo, es decir, cuando tienes 20 años no piensas en eso, tienes la eternidad por delante. A partir de 40 o 50, empiezas a darte cuenta de que tienes que ir priorizando y dejando a un lado las cosas que realmente no te interesan, o las que no te aportan, y en eso estoy. Por eso digo que soy el mismo chico que formó con otros compañeros Los Rápidos, Los Burros, luego El Último de la Fila.

Estás en pleno proceso de creación de un nuevo disco, ¿cómo afrontas ahora las grabaciones?

Precisamente antes de ayer estaba en el estudio de grabación y estoy como un niño. Mis compañeros me decían «pero Manuel, tío, eres como un chaval, tienes unas ganas, una ilusión». Pierdo la noción del tiempo. La emoción de la música, del arte, las guitarras, la batería, no sé, siempre me ha gustado el rock, yo quiero ser roquero y sigo siendo el mismo. La ilusión es brutal, máxime cuando luego llegas a una población con tu circo de camiones, de equipos, de sonido, de música, y tocas, y la gente dice después, «qué bien me lo he pasado, qué noche, que guay»… Ahí piensas, todo tiene sentido.

Me dices que sigues teniendo las mismas ganas, o la misma ilusión, pero ¿le dirías algo a su yo de los 20 ahora que lo ves todo con perspectiva?

No le diría nada porque cada cosa tiene su tiempo, su momento, y yo creo que mi vehemencia ha estado justificada. Empecé desde muy abajo, muy jovencito a tocar con grupos del barrio, luego ya empecé a tocar con algunos grupos de baile, en fiestas mayores, en pueblos, en verbenas… Allí fui aprendiendo un oficio, luego ya decidí empezar a buscar una posibilidad de creación, de hacer yo mis canciones… Todo ha ido paso a paso, y no he intentado saltarme ningún escalón. No he tenido prisa, pero como decía alguien, tampoco he tenido pausa. He tirado. Y me ha gustado. Quiero decir, no me arrepiento de nada, ni he hecho daño a nadie, ni he jugado sucio con nadie… Yo he hecho mi camino, buscando una luz musical, una luz artística. Y ahí vamos. Estoy muy ilusionado con el nuevo disco, que llevo ya un montón de meses trabajando en él. Pasando muy buenos días. Hay días que me quedo en el estudio trabajando, soy muy feliz.

La mejor fuente de inspiración son las ganas y para tenerlas debe haber, también, una carencia

El año pasado, además conseguiste el Grammy Latino a Mejor disco del Año. ¿Consideras que, ahora mismo, con todo lo que sabes y has recorrido, estás en el mejor momento de tu carrera?

Siempre se está en el mejor momento. Siempre que el viento sea favorable. Si todo te está yendo fatal, pues no es el mejor momento. No hace falta decir, el oficio de músico no es una carrera de obstáculos, no somos deportistas, no tenemos batir ningún récord. Yo lo de… pues este tiene 7 Grammys y este 1, este 3… eso ni lo pienso. Yo pienso, mira que disco tiene este señor o esta señora, o esta banda, qué canción tan bonita. Eso es para mí lo importante. Hice una gira muy bonita el año pasado, el anterior también, una eléctrica y otra en acústica. Estoy haciendo canciones, estoy contento porque me salen. Muchas veces pienso, “madre mía llevo ya 700 canciones escritas y me siguen saliendo”, y sigo teniendo ganas, que es lo importante, con lo cual es el mejor momento para mí, evidentemente.

Vamos a hacer una retrospectiva, si me lo permites. ¿Qué fue lo mejor y lo peor de Los Rápidos, Los Burros y El Último de la Fila?

Malos hay muy pocos, porque la energía, la euforia, las ganas de tirar adelante, salva cualquier obstáculo. Entonces, era difícil, no había ni remota posibilidad para un chico de barrio sin padrino. Eran otros tiempos, mi padre me decía “tú eres hijo de un obrero, eres hijo de un hombre del campo que viene de labrar cuatro bancales de un señor. No tienes ninguna posibilidad, olvida esa quimera y dedícate a trabajar en la fábrica de allí de peón”. Yo me negué. Al principio en las discográficas era todo portazo tras portazo. Pero a mí eso no me enfadaba, todo lo contrario, me enardecía, pensaba, no tenéis ni idea, ya veréis qué canciones y qué directos tenemos.

Pero sin duda, el peor momento fue cuando decidimos separar El Último de la Fila. Me quedé un poco desolado, tuve unos meses de desconcierto, porque eran ya muchos años de trabajar en equipo. Nunca pensé en dejarlo, nunca pensé en abandonar, pero necesité unos meses de reposo para asimilarlo. Me decía «¿y ahora qué?». Dos meses después decidí ponerme en solitario a trabajar en un nuevo disco y ahí hice ‘Pájaros de barro’, mi primero en solitario.

Con Los Rápidos, Los Burros… vivimos todos los disparates que puedas imaginarte. Ensayábamos en locales muy baratos, muy sucios, que pasaban ratas por las vigas… Unos desastres. Se nos caían los parches de la batería… mil anécdotas, pero siempre muy contentos. Esa alegría que da la juventud y que yo no he perdido después de tantos discos y tantos años.

No me arrepiento de nada, ni he hecho daño a nadie, ni he jugado sucio con nadie… Yo he hecho mi camino, buscando una luz musical, una luz artística

Volviendo a tu nuevo disco, ¿tienes alguna especie de rutina para escribir canciones?

Busco que mis días sean diferentes. Cuando empecé a trabajar en un taller todas las jornadas eran iguales y decidí huir de eso. Mi método es vivir y hacer canciones, y caer en un sistema rutinario me aburre. Voy al cine, a librerías, paseo, quedo con amigo para tomar una cerveza… y, de repente, me viene la inspiración y me tengo que ir. Salgo corriendo para mi casa, cojo la guitarra y hago una canción.

Ganas. La mejor fuente de inspiración son las ganas y para tenerlas debe haber, también, una carencia. No hacer canciones en tres o cinco días me aporta datos, visiones, conversaciones… Yo a veces veo una película y hago una canción después que no tiene nada que ver con la película, simplemente me ha dado una emoción.

No podemos despedirnos sin hablar del futuro, ¿cómo lo ves?

Es todo muy incierto… Pero bueno, digamos que yo, como todos, estamos esperando como agua de mayo una solución médica infalible. A partir de ahí, supongo que todo retomará un poco el ritmo normal, en cuanto a los conciertos. A nadie le hace gracia que en un sitio donde cabrían mil haya solo trescientos y estén separados cuatro metros. Luego hay otra parte discográfica donde se nos machaca desde hace ya años, desde que aparecieron las redes e internet. Todo ha tomado un sesgo muy injusto para el colectivo de músicos, se nos maltrata, se nos roba.

Fuente: Uppers – Itziar Nodal – ENLACE