Inauguración exposición y charla de Manolo García en Alhaurín de la Torre

Crónica de la Inauguración de la Exposición Cuerpos Celestes de Manolo García, en Alhaurín de la Torre, Málaga, y de la Charla con Moisés Rodríguez, por José Ángel Lucena.


La piel del lienzo: Un día Feliz.

La sala donde se ha montado la exposición, es un rectángulo diáfano de 300 metros cuadrados con techos altos donde el sonido de la reflexión rebota entre pasos y miradas de sorpresa. En una pared azul cobalto se puede leer en grandes letras “Manolo García. Cuerpos celestes”, junto a las letras, su conocido cuadro, “Día feliz”, enmarcado en un tono nacarado, con motivos vegetales y conchas en las esquinas. En el lienzo un barquero en pie, juega con una pértiga en la que una mujer de pelo largo hace equilibrios en el extremo de la barca, a su izquierda un árbol, al fondo las montañas y bajo la embarcación una multitud de nenúfares.

Toda una declaración de intenciones, vamos a emprender un viaje al intimo mundo de García, un día de campin al sol con las musas.

A la derecha del cuadro, un texto del autor nos desgrana la intención de la exposición, la necesidad de la creación frente al mundo actual, vacío y absurdo, poblado de pantallas y falsos brillos de abalorios deslumbrantes. La búsqueda, sempiterna compañera de Manolo, es vela en los días grises, y motor de viento cuando la humanidad se arrodilla en los altares de la sociedad de la competitividad y del vano destello de la tecnología.

”Mi pretensión pictórica no es perdurar, pinto para ser feliz”.

Esta nueva producción destaca por el uso del colorido como expresión de alegría, danzan los rojos, azules, naranjas; reclamando atención y contagiando vitalidad. La sala hace un recorrido por 60 obras donde las obsesiones y la necesidad de reflexión en ocasiones o el disfrute, sencillamente el disfrute, llena cada uno de sus cuadros.

Sugerentes títulos, que nos dan pistas en ese intrincado laberinto de lo personal, van multiplicando el placer de reconocer un mensaje en las imágenes. “Nidos imposibles, Doliente mundo, Precario equilibrio, Infancia feliz” … García se monta en su barca y se adentra en un mundo onírico donde seres extraños conviven y lavan el dolor, donde beben del manantial de otro tiempo, del eco de las risas en las quebradas de la infancia. La interpretación de cada obra es un labor compleja e individual que a unos sugieren luz y a otros grito de oleo. El silencio y emoción se alían por un instante. Un corredor nos conecta con otra estancia de la casa donde conviven unos 30 dibujos a carboncillo, aquellos que fueron compañía y solaz en los hoteles por los que fue pasando la gira del Geometría del rayo. Y junto a ellos, completando la exposición, una serie de esculturas, al modo daliniano de aparells, donde García demuestra que el arte nos reclama desde los objetos más insospechados, y que cualquier elemento es un medio de expresión válido.

El arte nos rodea, sólo hay que saber mirar, tener los sentidos afilados.

La Charla, día 4 de diciembre.


Un sendero entre árboles y cantos de pájaros nos lleva al auditorio que mira al espacio abierto del cielo. La grada está repleta de expectación y en el escenario semicircular, dos sillones y una mesa baja de color blanco, anticipan la experiencia. Tras el acto de entrega de una escultura con forma de torre en reconocimiento a su labor, comienza una amena conversación guiada por Moisés Rodríguez. Se nota la complicidad entre ambos y Manolo se acomoda sin prisa para compartir una hora y media con el auditorio.

García es como un río generoso de voz sorda, tiene una cadencia lírica abrumadora que hilvana frases llenas de belleza y mensaje emocional. “ Hago canciones para construirme mi propio mundo. Instantes de vida vacíos nos sobran”, oigo esta sentencia e inevitablemente viajo a aquel fragmento de la canción “ Se hacen parapetos con poemas”, y es que este artista es coherencia y filosofía mantenida desde siempre.

El río de su voz se enturbia y la crítica social, necesaria y bien traía, se impone. “ Si la base aguanta, la pirámide aguanta. Justicia social, repartir para vivir con dignidad” . La mirada se le estrecha, se afila con dolor ,“ Llegará un momento en el que sólo tendréis dinero y el dinero no se puede comer”. La frase sube alta sobre la grada y se dispersa buscando los responsables de este desastre. El discurso crece se complementa y se bifurca, la rica naturaleza del ponente conecta distintas disciplinas que van añadiendo contenido y veracidad. “ Yo pongo velas a un pequeño altar de los dioses de la creación … si un día, el altar empieza a ponerle velas a los dioses del dinero, las musas no me van a mandar más canciones”.

Hablan de lo importante que es la riqueza del idioma, de la necesidad de hacer lo posible por mantener ese tesoro, “ El árbol es la lengua y cuantas más hojas tenga el árbol, mejor es la lengua”. La intervención de los asistentes crea un vínculo muy especial y los libros, esas puertas a lo infinito, entran como parte de la conversación. Recomendaciones, emoción contenida de lecturas compartidas. Moisés abraza con gesto agradecido El fin del principio.

La charla se distiende y Manolo hace gala de su humor y sus ganas de morder la vida, la platea se transforma en un fiesta entre entrevistador y entrevistado. El público ríe a pleno pulmón, la complicidad es absoluta.
Las preguntas del público nos llevan a sus gustos musicales y se detiene levemente en los 70 como fuente de inspiración y hace referencia a los Derby Motoreta como un descubrimiento reciente.

Vuelve la corriente social para despedirnos, el apoyo a la librería Prometeo que fue pasto de las llamas en Málaga, la necesidad del ser humano de sentirse útil, de la generosidad y solidaridad como bases del individuo.

“Quiero vivir una vida lógica. Enseñar un camino de luz, no de lucro, no de dinero”

Nos hemos sentado a la mesa de Manolo a tomar un café, el tiempo ha pasado volando, como un sueño, como un trazo impreciso sobre la tela. Evoco otra frase más de la conferencia, “ Nadie vive de lo que fue, vivimos en el instante”.
Y entiendo plenamente el refugio de los cuadros, el calor de la canción y la naturaleza de cuerpo celeste que tiene su obra. Y pienso de nuevo en que ver esta exposición es como mirar a las estrellas y mancho la piel del lienzo que soy hoy.

Fuente: José Ángel Lucena – Gracias Moisés Rodríguez – La Platea