El guitarrista de Carabanchel que encandiló a Manolo García: «Cuando me doy cuenta, estoy llorando con las manos»

Víctor Iniesta es la guitarra española que acompaña al cantautor catalán y uno de los fundadores del mítico grupo El Bicho.

Se llama Víctor Iniesta, el hombre de ojos negros que saben hablar y de manos que recitan poesía. El genio y la figura. Un alma con duende. Un madrileño de Carabanchel de 45 años que se enamoró de una guitarra (la de su padre, Blas) con apenas ocho y se casó con ella. Un diamante en bruto que sobrecogió al sin par Manolo García allá en 2010 -en la madrileña Boca del Lobo- y sigue encandilándole y deleitando cada vez que sus dedos acarician las cuerdas de una guitarra encima de un escenario.

Víctor es la guitarra española de Manolo, los acordes flamencos de Soledad Morente, las cuerdas de David de María y el hombre que, junto a Miguel Campello, fundó el mítico grupo El Bicho. Tímido y siempre agradecido. Humilde y siempre disponible. Un alma que deleita cuando coge a su rubia y se deja llevar. Un guitarrista único al que los grandes cantautores buscan desesperados y que nunca perdió su seña de identidad: madrileño de Carabanchel. Y es que Víctor es el músico ejemplar y al que todos quieren en su compás.

Es el mediano de tres hermanos. Medio gato, medio toledano. Su padre, de Navamorcuende (Toledo). Su madre, Conchi, del Madrid más castizo. Criado entre acordes de parroquia y locales de ensayo, entre guitarras eléctricas y baterías. Con ocho años se lanzó a la calle a cantar canciones -esas que enseñan en la Primera Comunión- y con 15 dio su primer concierto más eléctrico.

Siendo adolescente se presentó en una tienda y le plantó al dueño encima del mostrador 300 monedas de los antiguos 20 duros. «Me compré mi primera guitarra eléctrica con el dinero que mis padres me daban para el bocadillo del colegio», dice Víctor, que nunca pensó que se toparía con el gran Rosendo Mercado en aquel establecimiento y conseguiría un autógrafo del rockero -se lo tuvo que pedir el dueño de la tienda, porque la timidez de Víctor es su gran compañera-. «Soy tímido», reconocen sus ojos avispados.

EL BICHO, «HIJOS DE OBREROS»

Lo que tampoco pensó nunca era que el dinero le llegaría a espuertas con apenas 23 años, cuando fundó El Bicho con Campello. «Ese tipo es como yo», pensó nada más verlo en la Escuela Popular de Música. «Éramos nerviosillos, muy simpáticos, muy hippies, no teníamos ansias de nada. De hecho, cuando llegó el dinero, no sabíamos qué hacer con él».

El éxito se apoderó de los siete jóvenes que formaron el grupo, «hijos de obreros», en palabras de Víctor -zapatero, chapista, tornero, marinero, pintor, trabajador de Renfe y Blas, el entallador-. «Bicheábamos. Fue mágico», hasta que Manolo le fichó para poner el son flamenco a sus letras.

El hijo de Blas es de esos músicos que «todos los acordes los sacaba de oído» cuando no existía internet. La excepción fue Paco de Lucía -«nunca pude sacarlo»-, que le abrió las puertas al mundo del flamenco. «Cuando me pongo a tocar, me sale solo; empiezo y me aborda la emoción; cuando me doy cuenta, estoy llorando con las manos». Así relata Víctor su alma más flamenca.

Además de tocar la guitarra y escribir canciones -siempre para otros-, este duende de la música llego a ser cabo del Ejército y mecánico de aviones militares, pero sin perder de vista los acordes. «Aquí hay algo que falla. Estoy haciendo el canelo. Si a mí lo que me gusta es tocar la guitarra», recuerda de sus años de uniforme. Hoy confiesa que pese a su trayectoria con los grandes cantautores españoles, su vida «sigue siendo igual» que cuando empezó. De hecho, aún no consiguió sacarse esa espinita que lleva clavada y desarrollar su propia música. Pese a ello, quiere «ser así».

Víctor Iniesta está en el baúl de sorpresas que da la vida. Bellos tesoros que esconde Madrid. Un ser puro y auténtico que no perdió su corazón rockero y ese alma flamenca.

Fuente: Foto Javier Barbancho – Por Marisa Recuero, El Mundo – ENLACE