MG: ‘Un ratito a pie y otro caminando’ por las sendas musicales de Manolo García

Pocas veces ocurre que un artista consigue serlo encima de un escenario. Manolo García es de aquellos que, cuando escuchas su música en un CD, dices oraciones tan manidas como: “Canta bien”, “Qué canción más bonita”, “Que ‘ritmillo’ más bueno tiene”… Pero, en directo, la cosa cambia. Las frases triviales quedan envueltas por un halo de optimismo, luz, energía. Es, simplemente, embaucador.

Tras unas cortinas de colores, aparecía, con, aproximadamente, 10 minutos de retraso, sobre el escenario del Multiusos Sánchez Paraíso Manolo García en la noche de ayer, 13 de septiembre. Miles de personas le recibieron con ovaciones, aplausos y todo tipo de piropos, aunque ninguno de ellos embarazosos, con una apabullante expectación.

La gente permanecía en sus butacas tras los primeros acordes. Veremos si los ‘pompis’ de los fans continúan apoltronados en las sillas cuando las ansias se tornen entusiasmo…

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Pese a rondar ya los 60, pues se encuentra ya en los 56, el artista catalán desprendió vitalidad, jovialidad, una simbiosis con el público que inundaba cualquier recoveco del aforo.

Comenzó con una reminiscencia a la adolescencia. Tras los tan anhelados tiempos jóvenes, Manolo García repasó sus temas de toda la vida: ‘Nunca el tiempo es perdido’, ‘Prefiero el trapecio’ o ‘Pájaros de barro’ y presentó al público sus últimas composiciones, incluidas dentro de su nuevo álbum ‘Los días intactos’.

Embriagadora, pero sencilla a la vez, la voz de Manolo García respondió a la perfección a la alegría que irradiaban los fans. Con la música por bandera, también se arrancó tocando unos bongos y, cómo no, con la guitarra.

El momento culmen de la noche llegó cuando, al son del ritmo de ‘Nunca el tiempo es perdido’, el artista bajó del escenario para extraviarse por el público. Los fans saltaron inmediatamente de sus sitios con intención de poder estar más cerca, a tan sólo unos centímetros, de su ídolo y poder palpar y sentir su esencia más próxima a ellos.

Y, así, dieron las tres horas de concierto. Pese a lo extenso del espectáculo, el éxtasis, la apoteosis y el embrujo de la noche hicieron mella en los miles de salmantinos, aunque también acudió algún que otro seguidor de García de la comunidad extremeña. Un concierto que se convertirá en un recuerdo intacto para sus fans, como los días de Manolo García.

Fuente: Diario Salamanca – ENLACE