MG: «No me interesa tanto la gloria del futuro como la del momento»

En el género cada vez más recurrente del documental musical, es habitual ver a los artistas hastiados de las giras, de la soledad de los hoteles, de la lejanía de sus familias, del aburrimiento de la comida de bar… A pesar de que es veterano, Manolo García sigue disfrutándolas. Echa a la maleta acuarelas y témperas y se entretiene pintando, su otra vocación, entre concierto y concierto. También lee, escucha música y, sobre todo, pone la cabeza en lo que está por venir, en el próximo disco siempre. «A los 13 años tuve una revelación y dije que iba a ser músico. Hoy sigo deseándolo», sentencia. Por eso ya tiene apuntes de lo que será su nuevo trabajo, en el que, adelanta, se colará la situación presente. La gira que hoy cierra en el Palacio de Congresos de Madrid se ha ajustado, precisamente, a esta coyuntura, escenarios más pequeños en los que ha podido disfrutar más que nunca de su muy variado público. Y ellos de él: «Parece que con este punto gris de la crisis la gente va a los conciertos a liberarse».

Pregunta.- Ha dado más de 50 conciertos. ¿Qué balance hace de esta gira?
Respuesta.- Los conciertos han estado repartidos en 10 meses con lo cual ha sido muy llevadera, con una media de dos conciertos por semana. En realidad la parte más dura de las giras son los viajes, los hoteles… pero los conciertos son bonitos, no me arrepiento de haber elegido esta profesión. Hasta la disfruto más ahora, porque soy más consciente de lo que hago. Me da incluso un poco de nostalgia acabar, es señal de que lo hemos pasado bien. La respuesta del público ha sido estupenda, han sido conciertos de formato mediano, con una media de 2.000 personas, a veces 3.000. Eso te permite estar cómodo, sonar bien, ofrecer un equipo de luces bonito. Ha sido una gira muy cálida.

P.- Es raro que un músico veterano siga hablando bien de las giras, disfrutándolas. Usted lleva más de 30 años…
R.- Yo a los 13 años tuve una revelación. Me levanté una mañana y dije que iba a ser músico. Ese deseo se ha cumplido y sigo deseándolo. Tengo ilusión, acabo la gira y me pongo a componer, a plantear giras futuras en ciudades a las que no he ido. En su día tuve la confianza de pensar que tenía unas aptitudes, una voz, un oído musical, etcétera y en eso he estado. Tengo mis truquitos y mis recursos para la parte que podría ser más tediosa. Leo mucho, escucho mucha música, dibujo en las giras, hago acuarelas, témperas… Lo paso bien. Al cabo de los años, también vas conociendo lugares y amigos en todas partes y te apetece volver a verlos cuando sales de viaje. Y el escenario lo disfruto siempre, especialmente en esta gira, en la que me he encontrado con un público muy contento. A pesar de ese punto gris de la crisis ves que ahora la gente va a los conciertos a liberarse, por eso me ha encantado esta gira. Nadie podrá decir nunca que me ha visto estar por cumplir.

P.- Ahora que dice que lee mucho en los viajes, me gustaría preguntarle por sus letras. Parece que la poesía se haya ensanchado con el tiempo en sus canciones. ¿Quién le ha ayudado?
R.- En tiempos de El último de la fila tenía ya esa pretensión, contaba con menos bagaje pero había un intento de dejar un discurso personal propio. Voy ensanchando horizontes y para ello leo a los clásicos siempre, a los pesos pesados. No sólo como entretenimiento, sino con vocación de formarme. Así Descubrí a Salinas, a Cernuda… y a gente moderna como Manuel Vilas o Eduardo Chirinos. ¡Tanta gente! O Gil de Biedma, un semidiós de la poesía, que todo lo que hizo fue cojonudísimo. Luego, en la música, me han influido todos los que han dejado una impronta en los textos: Dylan, Cohen, Patti Smith, a la que vi el otro día y me encantó. Gente que ha tenido una pretensión no sólo lúdica. Como ellos, yo he estado en esa búsqueda del lirismo, de forma humilde, sí, pero intensa. Y en español, claro, Drexler, Auserón, Sabina…

P.- En esa búsqueda que no para, creo que ya tiene ideas para el nuevo álbum. Desde luego, material para inspirarse hay.
R.- En mis últimos trabajos hay pinceladas medioambientales y metáforas de lo que está pasando. Me preocupa mucho la situación social y ahora no digamos. Algo de esa indignación va a salir seguro y es probable que tenga mayor carga, aunque de momento lo que tengo son apuntes. Voy abocetando alguna idea, pero no hay nada acabado.

P.- ¿Qué le enfada más de todo el tinglado?
R.- Lo que me cabrea más es la desprotección a los más débiles. En manos de bancos americanos o alemanes, me da igual, estamos entre todos desprotegiendo a los más débiles. Es algo que corresponde a toda la ciudadanía, por eso es admirable una iniciativa como Stop Desahucios. Lo de este fin de semana, que los discapacitados hayan salido a la calle para ponerles la cara de colorada a los políticos… somos un país laico, pero también cristiano, ¿no? Siquiera por esos valores de la cristiandad, por la compasión o la piedad, deberíamos estar ayudando a los de abajo. Es una canallada que los de abajo paguen el pato. Decía Obama el otro día que iba a mirar si los más ricos podían pagar más impuestos, pues así deberíamos actuar aquí. Es poco cristiano permitir que a la gente que está en paro además se le acabe la seguridad social.

P.- Usted es de Barcelona. ¿Cómo ve lo que ha pasado con las elecciones catalanas?
R.- En Cataluña ha habido una actitud mesiánica que, sobre todo, ha escondido el problema de fondo, los recortes y la economía. Primero hay que atender a lo que hay que atender; luego podré responder a la pregunta. Es un tema delicado, por eso quiero que quede clara mi opinión: lo urgente es cubrir las espaldas de la gente que pasa penurias. Si se hace en orden, quiero decir,si se plantea la posibilidad de cambiar la Constitución, si se hacen las cosas con respeto, entonces me parecería correcto que haya regiones que quieran ser independientes, ¿por qué no? Yo ni lo apoyo ni me niego a ello. Siempre he pensado que los estados pequeños son más llevaderos, menos agresivos.

P.- De vuelta a la música. Sé de niños que cantan sus canciones. Le gusta a gente en la veintena, la treitena… a los de su generación, a las anteriores. Un logro, ¿no?
R.- Es un orgullo y a veces una sensación de responsabilidad, hay gente tan variada que me escucha que no puedo fallar. Pero es una alegría, me da sensación, si me lo permites, de atemporalidad.

P.- ¿Le preocupa la posteridad?
R.- No, no me interesa pasar a la historia de la música ni a los libros. No me interesa tanto la gloria del futuro como la del momento. Me interesa hacer mi trabajo dignamente y que alguien me diga que a su hijo le guste su trabajo me da mucha alegría. Y a lo mejor cuando me lo dicen me tomo un café con ellos y me pongo a hablar de películas, ahí es cuando disfruto.

P.- ¿El Último de la fila sigue estando en el último lugar de su lista de prioridades?
R.- Siempre hemos dicho que no. Quimi [Portet] tiene su rutina de trabajo y ninguno de los dos somos ‘añoradizos’. Yo siempre estoy muy picado con mi trabajo, somos muy distintos pero en eso sí nos parecemos. La respuesta es no, seguro, al menos no como una cosa seria. Una vez quisimos dar un concierto benéfico pero como Los burros, y al final tampoco salió. No, no, estamos fuera de eso.

Fuente: El Cultural – ENLACE